Cada año se producen 3 millones de muertes en el mundo debido al consumo de alcohol, lo que representa un 5,3% de todas las defunciones. Solo en España, el alcohol es la droga más consumida y causa 15 500 muertos cada año. En los últimos 20 años, estas muertes han disminuido ligeramente en hombres e incrementado en mujeres.
Por otro lado, el alcohol es la primera causa evitable de discapacidad intelectual, al ser responsable del 100 % del síndrome alcohólico fetal. El alcohol es también la droga más utilizada en la sumisión química. Abusar del alcohol causa atrofia cerebral y daño neuronal. El alcohol es asimismo la causa de 1 de cada 9 cánceres de mama y está presente en 1 de cada 5 episodios de violencia y suicidios.
Basándonos en la evidencia científica, ningún profesional o institución debería recomendar el consumo de alcohol para mejorar la salud. Ni tan siquiera en cantidades ínfimas.
Aumenta el consumo en atracón y en mujeres
El patrón de consumo de alcohol en España ha cambiado en los últimos 25 años. El número de bebedores diarios alcanzó en 2017 su valor mínimo, mientras que desde el año 2009 se mantiene la tendencia ascendente del consumo en atracón, conocido como consumo intensivo de alcohol. Un patrón que (erróneamente) el 50 % de la población no considera de riesgo.
Además, las diferencias entre hombres y mujeres se están atenuando. Aunque el consumo en población adulta sigue siendo mayor en hombres, en los adolescentes el consumo está ya más presente entre las mujeres. Y dado que los valores no disminuyen en hombres, en los próximos años asistiremos a un incremento de las patologías asociadas al alcohol. Este incremento conllevará importantes repercusiones en el entorno familiar, laboral, social y sanitario.
Los estudios de seguimiento de adolescentes y jóvenes nos han permitido conocer que buena parte de las prácticas sexuales de riesgo, de los accidentes de tráfico y del abuso/dependencia en la edad adulta son explicadas por el consumo de alcohol. O que el consumo de alcohol nos hace más vulnerables a las agresiones físicas y sexuales, tanto a mujeres como a hombres, ya que limita nuestra capacidad de identificar los riesgos y llegado el caso de defendernos.
Pero estos estudios de seguimiento también nos han permitido determinar que cuando los adolescentes comienzan a beber después de los 16 reducen hasta un 80 % el riesgo de consumo en atracón. O que si lográramos que la mitad de los adolescentes comenzaran a beber un año más tarde, la proporción de abuso de alcohol en los adultos jóvenes bajaría un 25%.
De ahí que retrasar la edad de inicio al consumo se sitúe como un objetivo prioritario.
Prevención ambiental para retrasar el consumo
Distintos estudios han constatado que adolescentes y jóvenes que tienen suficiente información sobre drogas las consumen igual, principalmente en contextos grupales. Por lo tanto, y teniendo en cuenta el peso que los factores biológicos, psicológicos y sociales tienen en la adolescencia y juventud, se hace necesario incidir más en el ambiente que en la información. Se trata, esencialmente, de cambiar el contexto en el que se produce la conducta.
Las estrategias de prevención ambiental pretenden cambiar el entorno cultural, social, físico y económico en el que las personas toman sus decisiones. Eso quiere decir que, en lugar de centrarnos en diseñar intervenciones para ayudar a los individuos a actuar de forma saludable, la prevención ambiental propone crear ambientes que favorezcan los comportamientos saludables.
Las estrategias de prevención ambiental han cobrado gran importancia en los últimos años ante la numerosa evidencia de cómo las medidas legislativas y sociales pueden reducir el consumo de tabaco y alcohol. Y, aunque no hay consumo seguro cuando se trata de alcohol, sí sabemos que existen consumos de menor riesgo.
En principio, no deberíamos consumir más de una bebida al día las mujeres, ni más de dos los hombres. Y en ningún caso debemos consumir alcohol desde la decisión del embarazo hasta el final de la lactancia.
Escasa regulación publicitaria
La publicidad del alcohol no está tan regulada como pudiéramos pensar. Las bebidas alcohólicas no incluyen información nutricional ni advertencias sobre el daño a la salud.
Las llamadas al consumo de alcohol están omnipresentes en nuestras ciudades, también próximas a parques infantiles, colegios e institutos. En los supermercados las bebidas alcohólicas se ofertan y dispensan como un alimento más, incluso las de alta graduación, y así son percibidas por buena parte de la población.
En las cantinas de las universidades seguimos ofertando alcohol y se publicitan bebidas alcohólicas. En muchas ocasiones, los conciertos y el ocio nocturno urbano son patrocinados por la industria alcohólica, ligándolo a la idea de libertad, amistad y cultura. Resulta sorprendente la escasa diferencia entre el precio del agua y el alcohol en estos eventos.
La prevención ambiental, con la modificación del espacio físico y del marco legislativo e impositivo, puede propiciar ambientes que favorezcan los comportamientos más saludables.
Diariamente mueren por alcohol en España 11 mujeres y 31 hombres. Podemos y debemos reducir estas muertes y toda la carga de enfermedad y violencia que el alcohol provoca en nuestra sociedad.
Artículo realizado con el asesoramiento de la Sociedad Española de Epidemiología
El autor recibe fondos del Fondo de Investigación Sanitaria.
Crónica CT
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