Según relata el colectivo por el cierre de este centros, en la noche del miércoles o jueves de la semana pasada —el joven no recuerda con precisión la fecha—, Y. B. "pulsó el timbre de la celda para avisar a la policía mientras gritaba de dolor y reclamaba atención sanitaria para su muela". Pasados unos minutos, el interno asegura que cuatro policías "entraron con 'actitud violenta' y uno de ellos le dio un empujón que lo tiró al suelo", tras lo cual los agentes "comenzaron a golpearme dándome patadas en el cuerpo" sin que Y. B. pudiera protegerse. El informe médico de la exploración que le realizaron al siguiente día, detallan desde CIEs No, corroboró "múltiples excoriaciones superficiales longitudinales en tórax y miembro superior izquierdo" y "hematoma peritobitario izquierdo".
La agresión fue presenciada por los compañeros de celda y la víctima solicita al juez "que se aporten las grabaciones de las cámaras del CIE, la identificación de los agentes de servicio que pudieron haber participado en los hechos, la toma de testimonio a los testigos y que le explore el médico forense". Del mismo modo, exige la suspensión de su expulsión hasta que se esclarezcan los hechos argumentando que "al estar privado de libertad bajo la custodia del Estado, éste es responsable indirecto de la agresión y no puede autorizar su expulsión porque se estaría protegiendo a sí mismo".
El interno asegura en su denuncia que tras la agresión los policías le agarraron fuertemente y le sacaron de la celda "con las manos inmovilizadas detrás de la espalda" para llevarle al piso inferior y encerrarle "durante una hora en una habitación", periodo durante el cual Y.B. "sufrió fuertes dolores por los golpes que había recibido" y en el cual "se negaron a darle agua" y vio, a través de la ventana del cuarto, "cómo los policías se reían mientras me miraban". La situación, expone en la denuncia, le provocó un fuerte estrés, ansiedad y frustración, por lo que alcanzó tal grado de desesperación que "me produje una serie de cortes en el cuerpo con un metal que pude extraer de la persiana (...) llegando a tener ganas de suicidarme por haber vivido una situación tan difícil sin que nadie prestara atención a mis quejas y dolores". Al día siguiente lo llevaron a un centro médico y le recetaron distintos medicamentos que debía tomar cada 8 horas, pero hasta el día 25 no le dieron ninguno, afirma en la denuncia.
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