Queda poco más de un año para las elecciones. Los socios de Gobierno se preparan para afrontar un final decisivo de la legislatura, Yolanda Díaz avanza en la configuración de su plataforma política, el PP ha cerrado su crisis de liderazgo, Vox confía en obtener un impulso definitivo con las elecciones andaluzas y Ciudadanos lucha por su supervivencia política. Todos tratan de llegar a las generales previstas para diciembre de 2023 en la mejor posición posible.
Bajo esa contienda recogida mes a mes en los principales gráficos de las encuestas, y que refleja una campaña electoral permanente, hay una pelea soterrada entre los principales líderes de los partidos. Una pelea de popularidad –o valoración– que incide directamente en la lucha política. En una época en la que los hiperliderazgos han dejado en un segundo plano a los partidos, el triunfo del candidato entre el electorado se convierte en una variable crucial de cara a los comicios.
Ahora, la foto fija deja una distribución clara de las preferencias de los votantes. Por ejemplo, señala que Yolanda Díaz es la política que mejores datos de popularidad tiene en estos momentos. Desde hace un año ha destronado a Pedro Sánchez, que ahora también tiene la amenaza de un Alberto Núñez Feijóo mucho mejor visto que su predecesor, Pablo Casado, que cosechó unos datos de valoración muy bajos durante su etapa al frente del PP.
Pero el descenso al detalle de esos datos arroja muchas más claves. Revela, por ejemplo, que Díaz pugna con Sánchez entre los votantes del PSOE, y que desde hace meses le disputa la simpatía de su propio electorado. Ese descenso al detalle muestra también a quienes salen peor parados. En ese lado se encuentra Ione Belarra, secretaria general de Podemos, que cogió las riendas del partido tras la salida de la política de Pablo Iglesias. Su mayor lastre es un gran desconocimiento aún por parte de los ciudadanos, a lo que suma una mala valoración. Todos los líderes de la izquierda tienen mejor imagen entre los votantes de Podemos que su secretaria general. Belarra, incluso, suspende entre su propio electorado.
Según los datos de Simple Lógica, Díaz es la política cuya gestión más aprueban los ciudadanos. Entró en los ránkings mensuales de valoración entre mayo y junio de 2021, cuando la dimisión de Pablo Iglesias fue acompañada de señalar a la ministra de Trabajo como su sucesora, la próxima candidata de Unidas Podemos a las elecciones generales. Díaz se ha mostrado reticente durante meses y ha pospuesto su denominado "proceso de escucha" para trata de armar una candidatura amplia de partidos de izquierdas.
Mientras avanza poco a poco en ese proceso, sus datos de valoración la colocan a la cabeza en popularidad. En la encuesta del mes de mayo de Simple Lógica se alzó con una valoración positiva que llegó al 42,9%, frente al 36% en el que se quedaron empatados Sánchez y Feijóo.
El problema para Sánchez es, además, que los datos de Simple Lógica revelan que Díaz le está disputando la valoración positiva entre sus propios votantes. Quienes dijeron que votaron al PSOE en 2019 valoran positivamente a Sánchez en un 71,4%; la ministra de Trabajo logra adelantarle por una décima y consigue el 71,5%.
Además, quienes votaron socialista ese 10N y están descontentos con la gestión del presidente del Gobierno son más (27,1) que quienes desaprueban la gestión de Díaz (22,7%).
El Centro de Investigaciones Sociológicas revela un escenario parecido. En la valoración general, Díaz supera a Sánchez. Los barómetros del CIS miden la popularidad de una manera distinta, elaborando una nota media a partir de todas las notas que ponen sus encuestados a los políticos: Sánchez obtiene un 4,28 mientras que Díaz logra aprobar con el 5,05.
Cuando se observa la nota puesta por cada votante, sucede algo parecido que en la encuesta de Simple Lógica. Los electores del PSOE dan al presidente del Gobierno una nota de 6,29 mientras que la vicepresidenta obtiene un 6,27. Tan solo dos décimas de diferencia entre el electorado socialista.
El empuje de Díaz ha permitido a Unidas Podemos recuperarse ligeramente de sus peores datos electorales. Entre mayo y junio de 2021, el partido había caído al 8,7% en la encuesta de Simple Lógica. El partido ha remontado ahora hasta superar el 10%, pero sigue incapaz de despegar más allá de esa cifra, por debajo del 12,8% que obtuvo en las elecciones de 2019.
Esas estimaciones se hacen preguntando a los electores por sus intenciones de votar a Unidas Podemos. Por ahora, el proyecto que quiere comandar Yolanda Díaz para reunir a la izquierda que no vota al PSOE, y que ya tiene nombre, no aparece reflejado en los sondeos. Esa plataforma está aún en una fase muy embrionaria, sin alianzas definidas con otras formaciones.
Al tiempo que el dedo de Iglesias señaló a Díaz como candidata de ese espacio electoral, también indicó que la nueva líder de Unidas Podemos sería Ione Belarra. La ministra de Derechos Sociales había sido hasta marzo de 2021 la secretaria de Estado para la Agenda 2030 y diputada del grupo confederal, con un perfil menos conocido que el de los cargos de Podemos con cartera en el Consejo de Ministros.
El salto al liderazgo del partido fue abrupto, como lo fue la salida de Iglesias. Las encuestas revelan que un año después, Belarra no ha conseguido aún hacerse conocida entre el electorado en general, y el detalle muestra que los votantes de su partido la colocan en último lugar en su orden de preferencias de líderes de izquierdas.
Según los datos de Simple Lógica, el conjunto de los encuestados deja a Belarra como la política que obtiene una valoración positiva más baja, de solo un 11,5. Es también la que acumula un mayor porcentaje de gente que no da su opinión sobre su gestión (29,8%) y un 58,7% la desaprueba.
El problema para Belarra se encuentra también entre su propio electorado. Quienes votaron a Unidas Podemos en 2019 valoran mejor al resto de líderes políticos de la izquierda; Díaz obtiene un 74,1% de valoración positiva, Íñigo Errejón un 69,7%, Alberto Garzón un 59,9% y Pedro Sánchez un 52,1%.
Belarra se queda en el 36,9%. Es más, entre su propio electorado hay más gente que suspende su gestión (41,7%) que los que la aprueban.
En el caso de Belarra, no hay datos del CIS para comparar su nota con la de Díaz o Sánchez. Los barómetros mensuales no preguntan por ella porque, indican desde el CIS, cuando preguntaron a Unidas Podemos tras la salida de Iglesias a qué líder debían incluir en sus valoraciones mensuales, les dijeron que a Yolanda Díaz. Así, el único termómetro que ofrece el CIS para medir la popularidad de Belarra son las encuestas trimestrales sobre los ministros.
La última publicada es de abril. Belarra no es de las ministras con menos conocimiento: un 55,9% dice que conoce a la ministra de Derechos Sociales, por un 43,9% que no la conoce. Hay siete ministros menos conocidos que ella. Pero cuando se pregunta a los ciudadanos por la nota, Belarra cae hasta el último puesto. Obtiene una nota de 3,85, la peor de todo el Consejo de Ministros, y la única por debajo de un 4 junto a Irene Montero, ministra de Igualdad (3,9).
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