Desde niño me han llamado la atención los volcanes, quizás influido por algunas de las obras de Julio Verne, como Viaje al Centro de la Tierra. Cuando empezó a erupcionar el volcán de La Palma (aún no tiene nombre oficial) pensé que era la oportunidad de ver uno en plena actividad, pero la enorme destrucción que estaba causando me contuvo. ¿Cómo curiosear en un sitio donde la gente perdía sus casas y su medio de vida?
Sin embargo, escuché en la televisión decir a un palmero que las plataneras suponían la mitad del PIB de la isla y que el otro correspondía al turismo. Si también desaparecía este, se quedaban sin fuentes de ingreso. Era la justificación que necesitaba.
Decidí realizar el viaje. Asumí el riesgo de hacerlo volando directamente a La Palma desde Madrid. Lo prudente era hacerlo vía Tenerife, y desde ahí coger un ferri para evitar el riesgo de que suspendiesen el vuelo. Pero la estadística decía que esta probabilidad era baja, así que tomé la primera opción y salió bien.
Los Llanos de Aridane: al pie del volcán
Desde el avión, en el aterrizaje, ya se observaba el humo volcánico, que me acompañó durante todo el recorrido desde Santa Cruz de La Palma hasta Los Llanos de Aridane, donde un colega de universidad, vulcanólogo, me había recomendado que me hospedase.
Los Llanos de Aridane está a pocos kilómetros del volcán. A menos de 100 m del apartamento podía ver sus emisiones con claridad. Estaba expuesto a las incomodidades del volcán, como la ceniza, y podía observar la vida en esta situación.
Además, me encontraba a pocos minutos de los mejores puntos de observación. Alguna noche que volví a casa relativamente temprano después de un apretado día, al enterarme por la televisión canaria de que se reactivaba, volvía para admirarlo en todo su furor.
En el recorrido desde el aeropuerto hasta Los Llanos se pasa por el mirador de Tajuya, al que volví varias veces. Se ha convertido en un plató de televisión. Probablemente es el sitio accesible con mejor vista de la boca principal del volcán.
La tierra tiembla en La Palma
El despliegue científico para seguir la erupción y coordinar el trabajo es sensacional. Según pude apreciar en el Centro de Mando Avanzado, distintos grupos se reúnen a media mañana para coordinar las actividades de emergencia.
Mientras estuve allí, el 16 de noviembre fue el día en el que más sismos se registraron (319) desde el inicio de las erupciones. Los terremotos perceptibles son muy pocos. En cuatro días, sentí claramente el movimiento de muebles y lámparas en dos ocasiones, afortunadamente solo durante 1 o 2 segundos. Su origen está en el recorrido del magma desde el manto superior, donde pasa por dos cámaras magmáticas, la más externa a una profundidad media de 12 km y la más interior a unos 35 km de profundidad. Ambas son objeto de un seguimiento continuo.
Aunque los sismos más fuertes se producen en la cámara más profunda, a veces los que tienen más intensidad (una medida de sus efectos) ocurren en la más superficial.
Cuando los fluidos en su ascenso al exterior pasan por una cavidad, sus paredes vibran y transmiten energía al medio en forma de ondas que produce el movimiento y ruidos que se percibe en las proximidades del volcán, es lo que se conoce como tremor.
Mensajeros de las profundidades
Los volcanes son una extraordinaria fuente de información del manto terrestre al que los humanos no podemos acceder directamente. La mayor perforación realizada no ha pasado de 12,3 km (pozo de Kola).
Algunos de los materiales piroclásticos proceden del manto y, por tanto, son testigos de la composición de la capa terrestre que se encuentra bajo la corteza.
¿Cómo pueden existir materiales fundidos cuyo origen se remonta a la formación de la Tierra, hace mas de 4,5 eones? En parte se explica por la presión que ejerce la gravedad sobre el núcleo terrestre, pero es insuficiente. Se requiere, además, el calor generado por las desintegraciones radiactivas (isótopos del uranio y del torio y potasio 40) producidas en el manto para explicarlo. El análisis de las bombas piroclásticas nos informan de ello.
La vida entre cenizas y gases volcánicos
En la isla se ha delimitado una zona de exclusión de acceso restringido a la que pueden acceder de forma controlada los vecinos de algunos pueblos para limpiar las cenizas. Uno de los problemas es que parte de la carretera (LP2) que conecta el oeste con el sur es intransitable. Hay tramos donde literalmente ya no existe (está sepultada bajo la lava), lo que obliga a realizar recorridos alternativos. Trayectos que se realizaban en 15 minutos ahora pueden requerir más de una hora.
En el valle de Aridane, donde están Los Llanos y otros núcleos habitados, la población convive con las cenizas y el dióxido de azufre. Normalmente, es suficiente con una mascarilla FFP2 y unas mascarillas protectoras, como la que usan los soldadores, disponibles en ferreterías y en otros comercios. La ceniza que se acumula en los coches se puede limpiar fácilmente con un cepillo. Después de dos meses, las gentes intentan seguir la vida con normalidad.
Las actividades para hacer frente al volcán son objeto del PEVOLCA (Plan Especial de Protección Civil y Atención de Emergencias por Riesgo Volcánico en la Comunidad Autónoma de Canarias) que diariamente emite un informe que incluye las normas a seguir. Cuando el grado de contaminación es muy alto se suspenden las clases presenciales en el área afectada.
Los expertos consideran las emisiones de dióxido de azufre como uno de los principales indicadores de la tendencia de la actividad volcánica. Un reciente informe del PEVOLCA señala que estas emisiones han alcanzado máximos de 50 000 toneladas diarias en La Palma. Sin embargo, la tendencia en los últimos días ha sido a la baja, con valores de entre 900 y 1 300 toneladas diarias el pasado día 21 de noviembre.
La actividad del volcán, en directo
Las imágenes que se ven en televisión, frecuentemente captadas por drones, son insuperables, pero contemplarlo en directo es una experiencia inolvidable.
El volcán se encuentra sobre lo que se conoce como Cumbre Vieja, aunque realmente es lo contrario: una cumbre que se está formando. Un lugareño me contó que el nombre se debe a las ondulaciones del terreno causadas por las distintas erupciones, que recordaban las arrugas de una anciana.
El mirador del Time está relativamente distante, pero a gran altura, lo que da una visión más global. Desde allí se puede ver claramente que se trata de un volcán de fisura. Aunque hay un cono más elevado, existen varias bocas.
Se alternan fases de explosividad variable, con amplia emisión de gases, con fases efusivas, que producen las coladas de lava. A veces se presentan de forma simultánea. Por la noche se observan varias coladas de lava que recorren 4 o 5 km hasta alcanzar la fajana.
Formas de turismo volcánico
Pero la visión más impresionante la tuve al realizar un recorrido en barco que se acerca hasta situarse a unos cientos de metros, quizás un kilómetro, frente a la fajana. Las corrientes de lava vertían al mar como unas cataratas del Niagara a cámara lenta, levantando una nube de vapor.
El barco, que tenía capacidad para 50 pasajeros y estaba completo, se dedicaba al avistamiento de cetáceos. Debido al volcán, sus responsables habían cesado su actividad. Alguno de ellos había tenido que abandonar su casa, pues estaba en la zona restringida. En esta situación, habían decido reconvertir el negocio y sustituir el avistamiento de cetáceos por el inusual recorrido descrito, que ofrece una visión del volcán mejor que las increíbles imágenes captadas por los drones que lo sobrevuelan.
Este espíritu de superación de la adversidad parece un sentimiento general entre los palmeros. Incluso un consejero del cabildo lo presentaba en televisión como una oportunidad pues, según decía, "ha puesto a La Palma en mapa". Yo ya había visitado la isla con anterioridad y lo de "isla bonita" refleja la realidad. Si además añadimos la posibilidad de contemplar un volcán en plena actividad, la experiencia es inolvidable. Vayan a La Palma, les estarán haciendo un favor a sus habitantes y a ustedes mismos.
En mi último día el penacho que salía del cono volcánico principal empezó a virar en dirección este, donde se encuentra el aeropuerto. Pude tomar el avión pero en los días siguientes los vuelos han estado suspendidos, y es que los volcanes son impredecibles.
J. Guillermo Sánchez León es también físico e ingeniero de minas y ha trabajado profesionalmente en el campo de la minería y la geología.
J. Guillermo Sánchez León, Modelización matemática, Universidad de Salamanca
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