Los latinos decían que los libros tienen su destino, y el de La diosa Razón ha sido sin duda caprichoso. La última obra inédita -que se sepa- de los hermanos Antonio y Manuel Machado, sorprendente tanto por su contenido como por su proceso de creación, acaba de ver la luz en el sello Alianza Editorial después de 85 años de letargo, confundida entre los papeles de sus autores, y sin que ni siquiera los estudiosos machadianos tuvieran demasiadas noticias de ella.
El hallazgo se produce a partir de 2018, cuando la Fundación Unicaja adquiere de la familia Machado un archivo con más de 4.000 documentos, entre los que había abundantes fotografías, borradores de obras y correspondencia. Uno de los expertos que ha estado al cargo de este patrimonio, el escritor e investigador Antonio Rodríguez Almodóvar, habla de “un batiburrillo tremendo que los herederos habían intentado organizar, pero que empezó a tomar forma cuando pudimos escanearlo íntegramente. Solo sobre pantalla pudimos hacernos una idea de lo que podía haber. Y entre otras cosas, apareció esto”.
Cabe recordar que los Machado habían custodiado esta ingente documentación desde la muerte de Antonio, en 1939, y de Manuel, en 1947, a veces en condiciones de exilio. De hecho, es el tercer hermano, José, el mismo que acompañó a Antonio y a su madre cruzando la frontera francesa hasta Collioure, el que había ejercido como secretario de aquéllos, pasando a limpio sus manuscritos “porque Antonio y Manuel tenían una caligrafía horrorosa”, señala Rodríguez Almodóvar, quien ha llevado a cabo el estudio y reconstrucción junto a Rafael Alarcón Sierra, de la Universidad de Jaén.
De hecho, el mismo José parece hacer con La diosa Razón una copia bastante apresurada, “pues la escribieron en los tumultuosos años 1935 y 1936”, afirma el investigador. De hecho, en la primera versión que estudiaron, el escenario del principio pertenecía a otra obra de los hermanos, El hombre que murió en la guerra. Por otro lado, encontraron un documento que señalaba el “act 4”, cuando la copia de José solo tenía tres actos. Además, ésta adolecía de errores cronológicos relevantes.
Resultaba evidente que la obra completa se hallaba desperdigada entre otros muchos archivos. Y Rodríguez Almodóvar y Alarcón Sierra empezaron a componer el puzle. Volvieron a rastrear el fondo completo, desde el primer documento hasta el último, hasta que lograron completarlo.
¿De qué habla La diosa Razón? Lo primero que sorprende de este texto es que se trata de la primera historia de los Machado ambientada en el extranjero: concretamente en Francia, en la época de la Revolución Francesa. La protagonista, Susana Montalbán, es un trasunto de Teresa Cabarrús (1773-1835), una española rompedora que no pasó precisamente desapercibida en el París de su tiempo.
Hija de Francisco Cabarrús, conocido como “el banquero de Carlos IV”, Teresa contrajo un matrimonio concertado por su padre con el marqués de Fontenay cuando ella tenía 15 años, pero una vez en la capital francesa, y aún teniendo ya el primero de sus diez hijos, decide separarse de él para unirse a un jacobino radical, Jullien Tallien -en la historia, Jean Tallien-, con quien comparte el activismo revolucionario. Divorciada también de este, es encarcelada por Robespierre, conoce a la futura emperatriz Josefina en prisión y, refractaria al régimen del Terror, se unirá a Barras y con él a la conspiración que llevó a Robespierre a la guillotina.
“Ella intenta salvar a algunos nobles que había conocido en el poco tiempo que había pasado en París antes del estallido de la Revolución”, comenta Rodríguez Almodóvar. “Va comprendiendo el horror que se ha desatado a su alrededor, y al final de la obra, cuando le dicen ¡hay que salvar la Revolución!, ella responde: ‘La Revolución ya no era más que la guillotina. Acabará casándose con el príncipe de Chimay, belga, aunque se dice que también fue amante de Napoleón”.
No es el único chascarrillo que circula en torno a la figura de Cabarrús. De hecho, la leyenda romántica la ha tachado siempre de libertina, imagen que los Machado manejan con cautela, resaltando los aspectos más republicanos y humanitarios que se le atribuyen. Por eso también optaron por un nombre diferente, para crear un personaje femenino nuevo y potente. “En la carcundia española tenía fama de meretriz de lujo, pero no era en absoluto así”, asevera Rodríguez Almodóvar. “Fue una mujer irresistible para hombres y mujeres. Es cierto que fue de amante en amante, pero se enamoró de verdad de todos, y todos de ella. Además, en el siglo XVIII casi se puso de moda el tráfico de amantes, como se ve en Las amistades peligrosas. Algo de eso flota también en La diosa Razón”.
Los autores de la obra viven en el momento de escribirla una época de cierta estabilidad. Ambos ya en Madrid, Antonio como profesor de instituto y Manuel como funcionario del archivo municipal, se ven prácticamente a diario para trabajar en el texto. En unas declaraciones al Heraldo de Madrid del 18 de marzo de 1935, los Machado anunciaban que estaban trabajando en ese drama. También a finales de ese año o comienzos del 36, Antonio Machado desvelaba un poco más sobre la pieza en una conversación con Pepe Suero: “Trabajamos ahora en una Madame Tallien, que tal vez se titule La diosa Razón”. También andaban en otras dos obras, Las tardes de la Moncloa y El loco amor, de la primera de las cuales también han aparecido dos escenas en el fondo machadiano de la Fundación Unicaja y, por el momento, se desconoce el destino de lo que resta y si quedó inconclusa.
Lo seguro es que buscaban revalidar el éxito teatral que ya han tenido con obras como La Lola se va a los puertos o La duquesa de Benamejí. Leen mucho y fundamentan cuanto escriben en esa bibliografía. Todo ello queda reflejado en las dos ediciones de La diosa Razón que se acaban de publicar, una diplomática y crítica con 620 páginas, indicada para estudiosos o coleccionistas, y otra para el público en general, de algo más de 200.
Pero no podemos olvidar que estamos en los meses anteriores de la Guerra Civil. “Algo del clima del momento sí hay en La diosa Razón”, dice Rodríguez Almodóvar. “Estamos en el bienio negro y se ve el final de la República, que les pilla casualmente escribiendo sobre el final de la República francesa. Ven que algo no va bien, y que en ambos casos se puede acabar en autoritarismo. En España, sienten que los propios republicanos están traicionando los principios republicanos desde dentro. Los monstruos de la Razón aparecen por todos lados. Y esa situación les agudiza la mirada para estudiar el final de la Revolución Francesa”.
Cuando se produce el alzamiento, a Manuel lo pilla en Burgos, adonde ha ido a visitar a una cuñada suya monja, y tendrá que poner su pluma al servicio del régimen para evitar la cárcel y tal vez la muerte. Antonio, por su parte, está en Madrid, desde donde partirá con su familia en un largo periplo -Valencia, Barcelona, Collioure- en el que acabaría sus días. No pudieron rematar la obra. Y no volvieron a verse nunca.
Alejandro Luque * Creative Commons que republiquen pel seu interès
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