En estos tiempos de estrés y prisas continuas, tomarte unos minutos diarios para dedicarte a sentir el propio cuerpo puede proporcionarte un bienestar y un relax muy grandes. Aprender a aplicarte masajes a ti mismo es una buena forma de ayudarte a ganar en calidad de vida y en salud.
La variedad de sensibilidades de la piel en las diferentes zonas del cuerpo hace que explorarlo sea una experiencia muy relajante, que puede tener incluso efectos beneficiosos sobre el sistema nervioso. Si bien lo puedes llevar a cabo valiéndote de instrumentos como bolas de madera, rodillos, toallas, etc., hacerlo con tus manos te ayudará a conocer mejor el cuerpo que te contiene y, por tanto, a estar más a gusto en él.
La mejor herramienta para el automasaje son las propias manos, en primer lugar, porque no son más que otra parte de nuestro cuerpo y, por lo tanto, no resultan extrañas al mismo. En las manos, el tacto posee cualidades sensoriales que no se encuentran en ninguna otra parte de nuestra anatomía, y su sólo contacto con nuestra piel nos produce una sensación de relax muy grande. Prueba de ello es que la primera reacción ante el dolor es llevar la mano a la parte afectada, y muchas veces este simple gesto produce un alivio inmediato.
Para realizar una sesión de automasaje es necesario empezar antes con unos sencillos ejercicios de respiración y relajación que te ayuden a concentrarte más en ti mismo. Eso sí, es necesario descalzarse y quitarse el reloj y otros accesorios que puedan estorbar. A medida que se vas adquiriendo confianza en ti mismo, puedes improvisar nuevos ejercicios, según el cuerpo te pida.
La relajación de la zona muscular sobre la que vas a actuar es esencial para que el masaje resulte eficaz. Una vez ya en el momento del automasaje, ponte en las manos gel o aceites que permitan el deslizamiento de éstas. Además, es preciso actuar sobre la zona masajeada un mínimo de tres a cinco minutos, para lograr un mayor beneficio.
Las técnicas utilizadas son parecidas a las realizadas en una típica sesión de masaje. Éstas son básicamente el amasamiento, rodamiento, el roce superficial, las fricciones y el pellizcamiento.
Hay variedad de automasajes que van ligados a la zona que tratan. Así, lo más habituales son el automasaje facial, el automasaje de cuello, de espalda, de tronco, de abdomen y de las piernas.
El masaje tiene efectos beneficiosos tanto físicos como emocionales:
- Estimula la circulación sanguínea, mejorando el aporte de oxigeno y los nutrientes de las células corporales.
- Estimula el drenaje de la linfa, un líquido de aspecto lechoso que transporta las impurezas y el material de desecho desde las células corporales.
- Relaja los músculos rígidos, tensos y doloridos.
Vicente Gascón García
Psicólogo especialista en sexología
Vive en l'Eliana
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