A mis amigas y amigos del PSOE por Eberhard Grosske

No me dirijo a todxs lxs militantes del PSOE, claro. Y, muy especialmente, no me dirijo a lxs que han defenestrado al Secretario General que elegisteis entre todxs ni a lxs que os quieren privar del derecho a decidir sobre la investidura del nuevo gobierno.

Me dirijo como amigxs a lxs miles y miles de militantes del PSOE con los que comparto valores y muchas políticas, aunque no comparta cuestiones esenciales de carácter estratégico y programático.

Yo no soy de lxs que piensan que cuanto peor le vaya al PSOE mejor le va a ir a Unidos Podemos ni de lxs que fingen ignorar vuestra existencia, la de aquellxs a quienes me estoy dirigiendo como amigxs, para enarbolar esta simpleza de que “PSOE y PP la misma cosa es”. Yo no creo que el éxito de UP vaya a derivarse mecánicamente de vuestra desgracia como tampoco creí en los años 90 a uno de los actuales consejeros de Gas Natural cuando presentaba como una ventaja para la izquierda la desaparición de IU y su integración en la “casa común” socialista.

La izquierda es y será siempre esencialmente plural porque descansa sobre convicciones ideológicas y no sobre la conservación de intereses creados. El debate y la confrontación en el seno de la izquierda y en el seno de cada uno de los partidos que se reclaman de la izquierda es, en este sentido, inevitable y no tiene por qué ser, necesariamente, un problema mayor.

En cambio, si  se consuma el vergonzoso apoyo a la investidura de Rajoy será un golpe muy duro para la la izquierda en general y para el PSOE en particular. Quienes se fijan más en lo segundo que en lo primero  y se regocijan contando los votos del PSOE que acabarán cayendo en manos de UP no se dan cuenta del mazazo que esto va a representar en el ánimo(y en la movilización electoral) de la gente de izquierdas de este país.

Pero, como siempre, habrá que levantarse. Y el dilema es si vamos a seguir como hasta ahora o si vamos a seguir aferrados a la vieja política de los juegos de poder internos, de los hiperliderazgos (unipersonales u oligárquicos, tanto da) y en el politiquerío de la lucha partidista o si, por fin, hacemos las cosas mucho mejor que hasta ahora, hacemos una  política horizontal y participativa, prestigiamos con prácticas concretas los grandes valores de la izquierda y, sobre todo, sobre todo, centramos al 100% nuestros esfuerzos en defender tan honestamente como sea posible los intereses de la ciudadanía a la que queremos representar.