'También en España, hay, como señala Joseph Stiglitz, dos opciones de política económica; una, la que representan PP y Ciudadanos, que tiende al monopolio y la acumulación de riqueza e ingresos en pocas manos, y la otra, la que deberían impulsar el Partido Socialista y Podemos, que representa “una batalla contra el poder atrincherado” que envía a la miseria a millones de españoles'.
Terminada la campaña y hecho el recuento, se impone la realidad: 169 contra 156. Gana la derecha, pierde la izquierda. Terminadas las maniobras de despiste, todos, empezando por Rajoy, recuperan la gramática de siempre. El triunfador de la noche electoral dice que se siente más legitimado porque “la suma del centro derecha es muy superior a la de la izquierda”. Ahora que ya no es prioritario marcar un cordón sanitario entre el PSOE y Podemos, El País titula en primera con “el bloque de la izquierda pierde terreno” y El Mundo con “el centro derecha rompe el empate”. ¡Hasta otra, Venezuela!
Pos su parte, Pedro Sánchez sigue enredado en el guión del sorpasso. “Somos la fuerza política más importante para el cambio”, repite aún como un estribillo del que no se puede despegar. Que alguien le diga a este luchador que ya terminó el combate, que ganó Rajoy y, ahora sí, lo llaman por su nombre: triunfó el centro derecha, es decir, el PP más Ciudadanos, y perdió el centro izquierda, es decir, el PSOE más Podemos. A nadie interesa ya esa cantinela de “no soy presidente por culpa de Iglesias”, ya no necesitan a los socialistas para hacer de muralla contra la invasión de los bárbaros, de “los malos”, que diría el líder crecido de la derecha española.
“Que Iglesias reflexione”, dijo el líder socialista que, en tan solo seis meses, ha batido en dos ocasiones la marca de peores resultados de su partido. Sánchez parece pedir otra oportunidad, no para conseguir que la izquierda le gane a la derecha en España, sino para seguir con el juego del sorpasso. ¿Quiere mantener un empleo dedicado a conseguir en cada elección que “no nos gane Podemos”? ¿Una guerra de los treinta años para diversión de la derecha española? De momento vamos ganando: PSOE, 22%, Podemos, 21%. Y ahí andan, una noche electoral más, encadenados al “pierdo, pero sigo”, otra vez el alivio convertido en euforia, y hasta la próxima.
En el otro lado, todos admiran la capacidad de Rajoy para ganar con una estrategia electoral que consiste en no hacer nada. Como un barco colocado en puerto, sólo tiene que esperar a que otros hinchen sus velas. ¿Quién ha hecho crecer al PP durante estos meses? A cada “que vienen los bárbaros a destruir España”, más votos para Rajoy. Si ese es el peligro, quién mejor para pararlos. Cuando Jordi Sevilla, el negociador socialista, lanza sus inteligentes mensajes para presentar a Errejón y compañía como una panda que no está preparada para negociar con Bruselas, como unos indocumentados que pueden hundir el país, el líder del PP, encantado con la opción de los socialistas de convertir a Podemos en su principal enemigo, le coge la palabra con su gracioso “al gobierno hay que venir aprendido”. Pero, si de parar a los indios se trata, la gente asustada prefiere a un John Wayne local, a ese que daba saltitos en la noche electoral, mientras Sevilla se dedicaba a explicar que el PP ganó las elecciones por culpa de Iglesias, que ya se sabe no quiso hacer presidente a Sánchez, y etcétera, etcétera.
Ha sido muy didáctico ver a toda la derecha muy preocupada por la salud del Partido Socialista. Como la periodista de El Mundo Victoria Prego, que escribió en la víspera de las elecciones sobre la oferta de acuerdo de Podemos: “Pero los socialistas saben que esa mano es como la del Comendador de Don Juan Tenorio, que si se la das te arrastrará con él a los infiernos”. Y para crear el clima necesario nadie como Juan Luís Cebrián, que escribió un artículo publicado en El País el mismo 26J, en el que, con un lenguaje tabernario impropio de un miembro de la Real Academia de la Lengua, enumera todas las plagas que destruirían la patria si los de Iglesias y el militar “intervencionista” Julio Rodríguez conseguían sus objetivo. De paso recordaba de nuevo al PSOE qué fronteras no podía traspasar. Pasada la tormenta, como se ha visto, sólo certifican que ganó la derecha y perdió “el bloque de la izquierda”, según señala el periódico de Cebrián. ¿Y sobre el futuro del PSOE? A ellos que les registren, ahora que el riesgo, de momento, ha pasado.
La izquierda ha sufrido un serio revés el 26-J y ya se sabe quiénes van a pagar la factura. Ahora, un PSOE encadenado a una estrategia que le quiere enviar al limbo político y un Podemos con demasiadas mochilas que entorpecen las posibilidades de victoria sobre la derecha, deberían romper la dinámica de destrucción mutua en la que andan metidos. Es la hora de liderazgos capaces de concentrar los esfuerzos en ganarle la batalla política a una derecha que ahora, crecida porque ve a un “bloque de la izquierda” de fácil control, será más peligrosa que nunca. Tal y como están las cosas, no será fácil abrir nuevas avenidas para el encuentro, pero no hay hoy nada más urgente en la izquierda española.
De momento, para revitalizar las opciones del centro izquierda, el PSOE no puede seguir controlado por quienes desprestigian la viabilidad de la única coalición posible en ese campo. Lo que importa es que, también en España, hay, como señala Joseph Stiglitz, dos opciones de política económica; una, la que representan PP y Ciudadanos, que tiende al monopolio y la acumulación de riqueza e ingresos en pocas manos, y la otra, la que deberían impulsar el Partido Socialista y Podemos, que representa “una batalla contra el poder atrincherado” que envía a la miseria a millones de españoles. No son unos botarates los que avalan la segunda opción. Ahí están economistas tan reconocidos como el propio Stiglitz, Krugman, Michael Spence, George Akerlof o Robert Shiller, todos ellos Nobel de economía y con bastante más solvencia profesional que los que boicotean cualquier opción de gobierno PSOE-Podemos, con el argumento de los riesgos para el país de los nuevos bárbaros. Ahí se sitúa hoy el verdadero campo de batalla para la izquierda española. Mucha tela que cortar, pero es una buena causa.
Cap comentari :