' En el Estado español hemos demostrado que en la izquierda sabemos tejer alianzas, que hemos sabido explicar nuestra propuesta y que millones de personas nos han visto como una alternativa real y como la única opción para recuperar los derechos arrebatados por las oligarquías. Pongamos toda esta experiencia al servicio de Europa.'
Para Albert Rivera, la culpa del Brexit es de David Cameron y el Partido Conservador por haber cometido la “irresponsabilidad” de convocar un referéndum. Para Pedro Sánchez, “esto es lo que ocurre cuando se consulta a la ciudadanía”. Y para Mariano Rajoy, se hacía evidente “que no se puede dejar las decisiones difíciles en manos de la gente”. No sé si prefiero pensar que es realmente ese es el desprecio que sienten por la democracia o que lo que ocurre es que tenemos unos dirigentes tan mediocres que, el día en que la Unión Europea se tambalea, ellos hacen sus primeras declaraciones pensando, por ejemplo, en Cataluña. Quizá, directamente, sean las dos cosas.
Lo que sí queda muy claro es que para ellos la culpa siempre es de los demás y se niegan a asumir la responsabilidad que les toca. En el caso del Brexit, la responsabilidad de los partidos socialdemócratas, conservadores y liberales no es precisamente poca. Son estos partidos los que gobiernan desde hace 30 años la mayoría de los Estados miembros de la UE y los que tienen la mayoría en la Comisión Europea y el Parlamento Europeo. Son estos partidos, a escala estatal y europea, los que llevan imponiendo un modelo de UE que no da respuesta a las necesidades de las clases populares. Una UE que desde el principio ha estado protegiendo los intereses de una élite económica que, con la crisis, ha sacado a la luz su cara más cruel.
Las políticas de austeridad no eran la receta para salir de la crisis, sino que eran la receta para que los bancos y las grandes empresas pudieran seguir obteniendo beneficios a pesar de la recesión económica. Necesitaban que se aplicaran medidas de recortes a muchos para que unos pocos pudieran sobrevivir. En el caso del Estado español se vio claro: se rescataron bancos por 70.000 millones de euros al tiempo que esos mismos bancos desahuciaban a 700.000 familias. Estas políticas de austeridad han golpeado duramente a todos los pueblos de Europa, a todos los trabajadores y trabajadoras de Europa, han hecho aumentar la desigualdad, la precariedad y la pobreza en toda Europa. Unas políticas de ataques a los derechos laborales, sociales, económicos y democráticos que avanzan imparables con la negociación de los tratados comerciales TTIP, CETA y TiSA.
También son los conservadores, los socialdemócratas y los liberales los que han construido la Europa fortaleza, la de la insolidaridad. La UE cierra fronteras a los refugiados y refugiadas, obligándoles a jugarse la vida en el mar para tener sólo dos finales posibles: la muerte en el Mediterráneo o la deportación a Turquía.
Pero lo cierto es que los británicos no han impugnado estas políticas con su voto. No han votado pensando en que esta UE no representa a la mayoría social y que hay que construir un nuevo proyecto europeo de justicia social. Muchos han votado en clave nacionalista y otros muchos con posiciones racistas y xenófobas. El del Brexit, no era un voto contra la UE del TTIP, la austeridad y la insolidaridad.
Pero una cosa es lo que tenían en la cabeza muchos británicos cuando depositaban su voto por la salida de la UE y otra muy diferente qué hay detrás de estas posiciones, cuál es el germen y qué lleva a que estas posiciones sean mayoritarias en Reino Unido. Y ahí, sin duda, sí son las políticas de austeridad, las políticas contra las migrantes y refugiadas y una UE cada vez más antidemocrática la que alimenta a la extrema derecha y la búsqueda de soluciones en clave de vuelta al Estado nacional.
El Brexit es consecuencia del fracaso de la UE de Merkel, Rajoy, Cameron y Hollande, de una UE que no da respuesta a las necesidades de la gente y donde la mayoría vive sin expectativas de futuro. Pero creo que también toca preguntarse por qué esta impugnación a la UE se hace por la derecha, por qué muchos trabajadores y trabajadoras piensan que la alternativa está en una soberanía nacional que no ejercen ellos sino las élites económicas de su país, antes que buscar la alternativa en una alianza con el resto de trabajadores y trabajadoras de Europa.
Como señalaba antes, es cierto que se han alimentado estas posiciones desde los gobiernos y gobernantes de la UE, que se ha alimentado el enfrentamiento entre trabajadores y trabajadoras y que es una de las consecuencias del paro y los recortes en prestaciones sociales. No es menos cierto que el fracaso de la socialdemocracia también ha colaborado con la frustración. El hecho de que la socialdemocracia haya acabado asumiendo los principios del neoliberalismo ha hecho que millones de personas se hayan sentido engañadas y hayan pensado que no hay alternativa.
Dicho esto, debemos reconocer que la izquierda europea tampoco hemos sido capaces de canalizar el descontento social; no hemos sido vistos como una alternativa que pudiera solucionar los problemas vitales de los trabajadores y trabajadoras y no hemos sabido (o no hemos podido) explicar en toda Europa cuál es nuestro proyecto de futuro. Un futuro que desde la izquierda debe estar cada vez más ligado a Europa y menos a la Unión Europea. Cada vez más europeístas, tejiendo alianzas entre los trabajadores y trabajadoras franceses, alemanes, griegos, españoles o italianos. Entre toda la clase trabajadora europea con la que compartimos anhelos y la necesidad de construir una Europa donde la economía esté al servicio de las personas. Eso sí, teniendo muy claro que con la UE de Maastricht, del euro, del BCE, del TTIP, de los muros y las vallas no hay futuro para la mayoría.
En el Estado español hemos demostrado que en la izquierda sabemos tejer alianzas, que hemos sabido explicar nuestra propuesta y que millones de personas nos han visto como una alternativa real y como la única opción para recuperar los derechos arrebatados por las oligarquías. Pongamos toda esta experiencia al servicio de Europa.
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