Este mes termina la legislatura del PP de Mariano Rajoy, tras cuatro años (y un mes de regalo) repletos de inestabilidad económica, social y política en los que el gobierno ha aprobado gracias a su mayoría absoluta un total de 244 leyes (un tercio de ellas mediante decretos leyes -una fórmula pensada para situaciones de urgencia-), lo que supone un impresionante récord histórico. La mayoría de las leyes han sido de carácter económico y laboral y han sido siempre presentadas como condición necesaria e imprescindible para crear empleo y salir de la crisis: reformas del sector financiero, reformas del mercado laboral, recortes de gasto público, aumentos de impuestos… Ahora que han transcurrido cuatro años y la legislatura termina estamos en condiciones de ver si estas medidas económicas han cumplido el objetivo para el que fueron ideadas. Para ello compararemos cómo han cambiado los indicadores económicos más importantes durante estos cuatro años[1].
joy acaba la legislatura con una tasa de paro levemente inferior a la que se encontró. Pero que nadie se confunda: la tasa de desempleo se ha reducido porque hay ahora mucha menos gente buscando empleo (población activa) que hace cuatro años, no porque haya más gente trabajando. La menor población activa se debe fundamentalmente a la emigración, a las prejubilaciones provocadas por la reforma laboral, y a la pérdida de esperanza en encontrar empleo.
De hecho, ahora hay unos 400.000 trabajadores menos que cuando Rajoy llegó al poder. O por decirlo de otra forma: durante el gobierno de Rajoy se han destruido más puestos de trabajo de los que se han creado. Y la responsabilidad de la poca creación de empleo no se debe al gobierno, ya que éste podría haber creado puestos de trabajo directamente a través del sector público, pero en vez de eso lo que ha hecho ha sido destruir unos 380.000 empleos públicos. Han sido las familias y las empresas las que han creado algo de empleo y pese a las políticas del gobierno, no gracias a ellas.
Hoy hay 18 millones de horas trabajadas a la semana menos que cuando Rajoy llegó al poder. Esto supone que se trabaja menos y que se paga menos por salarios que hace cuatro años. Lo peor de todo es que a pesar de que se trabaje menos en total, las horas extraordinarias semanales han aumentado en casi un millón. Esto quiere decir que las personas que trabajan lo hacen más; o expresándolo de otra forma, que la explotación laboral ha aumentado. Y todo ello sin hablar de las horas extraordinarias no pagadas ni de las que no se declaran.
La proporción de trabajadores a jornada parcial ha aumentado sobre el total, y lo mismo ha ocurrido con los trabajadores de contrato temporal. Además, también ha aumentado la cantidad de trabajadores a tiempo parcial que preferirían trabajar con una jornada a tiempo completo, así como su peso sobre el total de ocupados a tiempo parcial. Por último, los derechos de los trabajadores son en la actualidad mucho peores que los de hace 4 años, ya que la reforma laboral de Rajoy abarató la indemnización por despido improcedente. Ahora el despido no sólo es libre para el empleador (te puede expulsar cuando quiera y por lo que quiera), sino que es muy barato. Los contratos indefinidos tienen ya prácticamente las mismas pésimas condiciones laborales que los contratos temporales.
Los parados también están mucho peor que hace cuatro años: hay muchos más de larga duración, son muchos menos los que cobran prestación, y los que lo hacen cobran menos.
El déficit público es bastante menor que hace 4 años, pero ello no se ha conseguido a través del incremento de ingresos a las capas más acaudaladas (los ingresos apenas se han inmutado en estos 4 años a pesar de los más de 40 incrementos de impuestos), sino a través de recorte en todo tipo de gastos: pensiones, educación, sanidad, prestaciones sociales, etc. Lo único en lo que no ha recortado ha sido en el pago de intereses de deuda pública que reciben en su mayoría bancos. Y a pesar de todo ello, la deuda pública se ha disparado hasta límites estratosféricos.
En definitiva, el balance económico y laboral del gobierno de Rajoy es desastroso: se ha llevado por delante un buen trozo del Estado del Bienestar y de los derechos de los trabajadores y a pesar de ello la economía española está mucho peor. Sin embargo, Rajoy no es tan incompetente como parece: hay cosas que hace estupendamente, y es que hay que tener mérito para conseguir que después de 4 años de pésima y abominable gestión económica y laboral sólo se hable de Cataluña.
[1] Al no tener datos oficiales posteriores al tercer trimestre de 2015, utilizaremos como punto de partida el tercer trimestre de 2011 para que las comparaciones sean homogéneas en términos estacionales (pagando el peaje derivado de que todavía quedaban dos meses para que empezase la legislatura).
Eduardo Garzón es economista
* Crónica agradece al autor poder compartir sus opiniones con nuestros lectores Creative Commons
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