El “club nuclear” divide a priori al mundo en unos pocos países buenos y legitimados para poseer armamento nuclear y países malos (terroristas), que osan tener unas migajas de la letal tarta nuclear.
Supongo que millones de norteamericanos lamentan y condenan tales actos de barbarie, pero recuerdo también la anécdota recogida en un libro escrito por un profesor norteamericano donde un general estadounidense agradece a su Dios que escogiera a su país como inventor y poseedor de “la bomba”.
Irán ha sufrido el bloqueo y acoso del mundo dominado por “las potencias occidentales”, alarmadas ante la posibilidad de que llegase a fabricar armamento nuclear. Tales potencias, especialmente EE.UU. y Rusia, se pertrecharon de decenas de miles de cabezas nucleares para después firmar y hacer firmar en 1968 el Tratado de no Proliferación Nuclear, por el que solo cinco países (Estados Unidos, Rusia, China, Gran Bretaña y Francia) son “Estados Nuclearmente Armados” y al resto de los países no se les permite su fabricación y posesión, a la vez que son firmantes obedientes del Tratado. Curiosamente, los cinco países citados son los cinco países miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU. Posteriormente, Pakistán, India y Corea del Norte han realizado pruebas nucleares (eufemismo para admitir que poseen armamento nuclear), y existen indicios fundados de que Israel pertenece también al club de poseedores de armas nucleares. A este respecto es interesante y recomendable informarse sobre el embrollo conocido como “Incidente Vela”.
Siempre me he preguntado hasta qué punto llega el cinismo de algunos países poseedores de decenas de miles de armamento atómico, biológico, bacteriológico y químico para amenazar por todos los medios a otro país como Irán sospechoso de poder fabricar armas de destrucción masiva. El “club nuclear” divide a priori al mundo en unos pocos países buenos y legitimados para poseer armamento nuclear, un montón de países firmantes del Acuerdo que después se quedan calladitos, y países malos (terroristas), que osan tener unas migajas de la letal tarta nuclear que ellos poseen en exclusiva.
Para colmo, tuvimos que aguantar la farisaica prepotencia de Israel cuando el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, afirmaba que con el reciente Acuerdo nuclear entre Irán y Estados Unidos “el mundo es un lugar mucho más peligroso hoy de lo que era ayer”. Y en la cima del paroxismo demencial el ex presidente español Aznar escribía en el The Wall Street Journal que “el enfrentamiento con Irán es inevitable”, "tarde o temprano Occidente tendrá que enfrentarse a Irán", dejando claro además que hay que llevar a cabo cuanto antes mejor tal enfrentamiento, porque, si se espera, el enemigo estará "mejor preparado". ¡Y pensar que hemos estado “gobernados” durante ocho años por semejante paranoico!
Y sigue la cínica hipocresía: el supuesto desarme nuclear para controlar, limitar y reducir sus arsenales por parte de las principales potencias nucleares. La realidad es bien diferente de cómo la pretenden presentar machaconamente como prueba de voluntad de paz y concordia entre los países pertenecientes al club nuclear: “De las 65.000 armas activas en 1985, había alrededor de 20.000 armas nucleares activas en el mundo en 2002. Sin embargo, muchas de las armas "fuera de servicio" fueron simplemente guardadas o parcialmente desmanteladas, no destruidas. Un número significativo de las armas retiradas se encuentran almacenadas para su desmantelamiento (unas 3.000 en los Estados Unidos y 5.500 en Rusia)” (cfr. Wikipedia. Países con armas nucleares).
Grecia está asfixiada por la deuda en compra de armamento contraída por Nueva Democracia y el Pasok con sus dos principales acreedores: Alemania y Francia. Grecia tiene más carros de combate que Alemania, Francia e Italia juntas y el segundo mayor gasto en Defensa de la UE. España ha comprado aviones de combate, submarinos, aviones de transporte y helicópteros por un precio de 36.000 millones de euros, y puede gastarse 10.000 millones de euros más en drones y fragatas, lo cual implica créditos extraordinarios para su pago además de lo previsto para “Defensa” (¿contra quién?) en los PGE. Endeudados por comprar cacharros que quedarían hechos fosfatina como a uno de los del club nuclear se le ocurriere lanzar una bomba para poner orden y disciplina en algún país o zona desobedientes.
Antonio Aramayona es profesor de Ética y Filosofia
* Crónica agradece al autor poder compartir sus opiniones con nuestros lectores
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