Para lo que plantean la reintroducción de suelo forestal como mecanismo para la prevención de incendios y el mantenimiento de más áreas de economía rural. Un Plan Forestal a 20 años, dicen, pero con la participación de los sectores implicados, CCAA, Ayuntamientos, propietarios y dotándolo de recursos económicos suficientes.
'La conservación, protección y regeneración del espacio forestal español, que supone más del 60% del total del territorio, debe ser uno de los ejes estratégicos en la lucha contra el cambio climático y contra la desertización, al mismo tiempo que puede suponer un importante elemento activador de la recuperación económica nacional y de generación de empleo en las zonas rurales.
El bosque mediterráneo que es mayoritario en el territorio peninsular en estos momentos, después de muchos años de abandono desde las diferentes administraciones y sucesivas estrategias de crecimiento económico rápido y urbanita, incluidas nefastas políticas de gestión forestal con masivas repoblaciones de especies pirófitas, es pasto fácil de incendios forestales, carente como está de aprovechamientos tradicionales, como el pastoreo de caprinos, o de recogida de biomasa arbustiva para usos enérgeticos, o la utilización del esparto para la artesanía. Un bosque que en buena parte está en manos de propietarios particulares o Ayuntamientos que han visto como han ido desapareciendo las ayudas públicas para las tareas de mantenimiento y regeneración de unas fincas forestales que no les aportan prácticamente ningún beneficio.
Asistimos y, si nadie lo remedia, asistiremos con el aumento de las temperaturas y la disminución de las lluvias provocadas por el ya innegable cambio climático a un progresivo aumento de los incendios forestales y, consiguientemente, a un refuerzo de las condiciones que generan dicho cambio. Mientras perdemos miles de hectáreas de suelo forestal y miles de euros en extinción de incendios, también vidas humanas, el gobierno del PP, también los anteriores, se muestran impasibles ante lo que es una catástrofe ecológica y humana y, al contrario de lo que dicta el sentido común, elaboran una ley de montes ajena a la realidad, contraria a la protección de las masas forestales, permisiva a nuevas actuaciones urbanísticas en suelos quemados y que recorta las capacidades de los agentes forestales en la lucha contra los incendios y contra quienes la mayor parte de las veces los provocan.
Lo que nos hace falta con urgencia es un nuevo marco legislativo y un Plan Forestal dotado de recursos económicos suficientes, durante un período de 20 años como mínimo, con la participación de los sectores implicados (CCAA, Ayuntamientos, propietarios, profesionales del sector, sindicatos agropecuarios, científicos, naturalistas y entidades proteccionistas) que se marque el doble objetivo de conservación de las masas forestales aún existentes y la regeneración de las deterioradas, reforestando con especies autóctonas y métodos no agresivos miles de hectáreas.
Al mismo tiempo, el Plan Forestal que proponemos Los Verdes deberá contemplar la reintroducción en el suelo forestal de aquellos aprovechamientos forestales que han posibilitado, a la vez, la prevención de incendios forestales y el mantenimiento de una economía rural que, hoy, es prácticamente inexistente. El exceso de biomasa en nuestros montes que en los incendios es la que abastece al fuego y su rápida propagación, debidamente extraída de manera regular puede ser generadora de una gran cantidad de energía que se pierde de manera destructiva en cada incendio.
El crecimiento de las masas forestales que se deberían plantar estos años, con la contratación de miles de trabajadores procedentes justamente de sectores en paro de difícil contratación, aportaría además la reducción de miles de Tm de CO2 de nuestra atmósfera y un importante aumento de humedad ambiental, con lo que estaríamos dándole la vuelta al ciclo trágico de más CO2 y menos bosque que sufrimos actualmente.
Recuperar la producción maderera, aumentar el pastoreo, la economía de las plantas medicinales y de la apicultura son todas ellas unas fuentes de riqueza y empleo que no podemos despreciar y que irían en la misma dirección de convertir el suelo forestal español en un sector potente, regenerado, que nos ofrece aire puro, bellos paisajes para el turismo, mantenimiento de la biodiversidad del bosque, humedad y miles de puestos de trabajo.
El aumento de las enfermedades y muertes por la contaminación atmosférica debería ser suficiente motivo para que este gobierno -o el que pueda surgir de las próximas elecciones generales- lleve a cabo una política forestal preventiva, conservacionista, reforestadora y recuperadora de la economía rural y con aprovechamiento energético de la biomasa, que se convirtiera en eje estratégico de una nueva economía.
Ciertamente, no vemos ni en los partidos tradicionales -pero tampoco en los "emergentes"- que la lucha global contra el cambio climático vaya más allá de un epígrafe o coletilla que se pone en el programa. Vivimos un tiempo en el que aspectos secundarios de la política de nuestro país se llevan detrás a los electores mientras siguen gobernando realmente los grandes sectores económicos que han convertido la economía en pura especulación financiera. Es verdad que la corrupción política es abominable, pero lo es, también, que no es una cuestión de izquierdas y derechas, sino de personas que, cuando han llegado al poder, han robado desde las instituciones. Hace siglos que somos un país de pícaros y malversadores pero, además, de nuevos valores éticos y democráticos, necesitamos como el aire que respiramos, nunca mejor dicho, una nueva economía que quite a la oligarquía española la producción y comercialización de la energía. La energía solar y todas las renovables -como puede ser la biomasa-, deben estar en el centro del debate político español con urgencia, pues nuestra ubicación geográfica nos va a hacer víctimas de las peores consecuencias del cambio climático.
Siempre, ahora también, los que controlan los grandes medios de comunicación se llevan al electorado hacia los debates que más interesan al sistema, tapando, obviando y silenciando aquellos temas que realmente pueden poner en peligro los grandes intereses de los que mandan de verdad.
¿Por qué no hablar de la ridiculez que pagan las empresas eléctricas por el uso del agua de nuestros ríos, patrimonio de todos los españoles, si lo comparamos con el recibo de la luz? ¿Por qué quiere el PP poner un peaje a la autoproducción energética, o lo que es lo mismo cobrarnos el Sol, o recorta las subvenciones a la industria energética renovable, en la que somos punteros en el mundo? ¿Por qué no se denuncia el gran negocio privado en la extinción de incendios mientras se recortan drásticamente las políticas preventivas?
No, no fue acertado aquél chiste de que cuando un monte se quema, algo suyo se quema, señor conde. Cuando un monte se quema, el conde hace muchos años que vive en Madrid y probablemente tenga acciones en empresas con centrales nucleares.
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