A Priya Ghorai uno de nuestros trabajadores sociales la recogió de la calle cuando tenía sólo 4 años. Ahora, con 19, comparte hogar con Sabbu, la última niña que ha entrado en Lal Bari. Las dos comparten historia: sus familias viven en la calle, sus padres trabajan limpiando y no les llega para un alquiler. Las dificultades para salir adelante se multiplican si además de ser pobre, eres mujer. Pero Priya ha conseguido darle la vuelta a su destino y ha empezado ya a dar clases.
“Siempre me gustó estar con los niños más pequeños. Son alborotadores, pero tengo paciencia”, dice sonriendo mientras enseña a un grupo de escolares en la Canvas la escuela de Global Humanitaria/ACCT en Calcuta.
“Mis padres vienen a visitarnos a menudo. Mi padre limpia taxis y mi madre, casas. Todavía viven en la calle con mi hermano pequeño”, explica Priya
La vida en el Hogar
En nuestro Hogar de acogida de Lal Bari 24 niñas ordenan y limpian sus habitaciones y cada mes forman grupos para ayudar en el resto de tareas de la casa.
Pintar y enseñar inglés son dos de las actividades favoritas de Priya. “Aún estoy estudiando para ser profesora pero ya hice un curso que me permite dar clases a los niños más pequeños de la escuela”, entre ellos Sabbu a quien ayuda
Priya ahorra lo que gana con su trabajo para poder ayudar a su familia. “Mi sueño es tener una casa pequeña para que puedan vivir allí. Por el momento no puedo hacer mucho. Vengo de la calle y entiendo a la gente que está pasando por eso. Estoy muy agradecida por estar aquí y me gustaría ayudar en todo lo que pueda”
Son muchas las mujeres que en su país viven situaciones complejas, de violencia cotidiana y discriminación. “Sé que en muchos Estados de la India hay niñas que son obligadas a casarse. Aquí en Bengala Occidental ocurre. En las próximas elecciones votaré por primera vez. Quiero que los gobernantes defiendan especialmente a esas niñas”, sentencia Priya.
En la India, la tendencia social es considerar las hijas una carga desde pequeñas. Primero, cuando no trabajan; luego, porque para casarlas hay que pagar una dote, y quien se beneficia de su trabajo de adultas es la familia del marido. La preferencia por los niños tiene como consecuencia la selección prenatal del sexo y el infanticidio de niñas: hay 933 mujeres por cada 1000 hombres, lo que implica 40 millones de mujeres desaparecidas.
Cap comentari :