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El azucar de la desigualdad. Cuida que el azucar que consumes no destruya a otro/a



Oxfam-Intermon, lo denuncia. Quizá ya sabías que cada lata de Coca-cola que consumes contiene aproximadamente nueve terrones de azúcar. Una cantidad que multiplicada por los millones de litros de esta bebida que se consumen a diario hacen de esta compañía una de las mayores compradoras de azúcar del mundo. ¿Pero te habías preguntado alguna vez de dónde sale todo ese azúcar?.

Conseguir una respuesta a esta cuestión es uno de los objetivos de  Oxfam-Intermon que, a través de su campaña ‘Crece’, quiere abrir los ojos de la sociedad para ayudarnos a entender en qué condiciones se producen los alimentos y bebidas que consumimos diariamente.

Para ello iniciaron el proyecto ‘Tras la marca’ en el que han investigado a las diez mayores empresas de alimentación y bebidas en base a diferentes parámetros como pueden ser la transparencia, los derechos de las mujeres, el respeto al medio ambiente o el uso del terreno agrícola.
Estas empresas son son:
  Kellogg’s, Nestlè, Coca-cola, PepsiCo, Unilever, Mars, Danone, Mondelez, General Millsy Asociated British Foods. Según Paula San Pedro, investigadora de Oxfam-Intermon y portavoz de la campaña, “de las diez empresas que se han investigado tan solo una (Nestlè), consigue rozar el aprobado, y en lo que respecta a la gestión de la tierra ninguna llega al mínimo. Lo que buscamos es hacer un llamamiento sobre un sistema alimentario que no funciona: existen países dónde se muere de hambre y, sin embargo, en otros el sobrepeso es un problema para la salud. Además se trata de un sistema deslocalizado que fomenta la desigualdad social entre productores y consumidores y en el que se están produciendo importantes perjuicios sobre el medio ambiente”.

El azúcar y la desigualdad

 

La comunidad Guarani-Kaiowá en Brasil, está amenazada por el acaparamiento de tierras para producir azucar. Foto: Tatiana Cardeal. 

 



Según el informe de Oxfam-Intermon la producción de azúcar ocupa 31 millones de hectáreas de tierra en todo el mundo, una superficie equivalente al tamaño de Italia, que no deja de aumentar diariamente. Si a esto añadimos que está previsto un incremento en su consumo de más de un 25% en tan solo seis años, podemos intuir el altísimo interés económico que existe alrededor de esta materia prima que se extrae principalmente de la caña y la remolacha.
El problema surge cuando la adquisición de tierras a gran escala con el objetivo de cultivar azúcar de manera intensiva, acaba con el modo de vida de comunidades enteras, transforma pueblos y aldeas, y modifica y contamina sus ecosistemas. “Se trata en muchos casos de países como Brasil o Camboya, donde las comunidades indígenas vivían desde hace siglos de la agricultura, la caza o el pastoreo. Puesto que las tierras suelen ser del estado, éste las vende o arrienda a las azucareras, que acaban expulsando a estas personas que, de un día para otro, se ven sin casa y sin tierra que cultivar,” explica San Pedro.
Sólo en la última década se han incrementado las tierras destinadas al cultivo del azúcar en 4.000.000 de hectáreas, por medio de únicamente un centenar de operaciones de adquisición. Esto se traduce en gigantescas explotaciones destinadas a la agricultura intensiva.
Obviamente la inversión de las grandes corporaciones en el cultivo de tierras y el incremento de las explotaciones agrícolas, es potencialmente beneficiosa ya que ayuda al crecimiento de las economías de estos países en vías de desarrollo y puede ser un núcleo importante de puestos de trabajo. Sin embargo, como denuncian desde Oxfam-Intermon, lo más común es que se produzca lo que ellos denominan “desarrollo al revés”. “En demasiadas ocasiones las inversiones en tierras han dado lugar a violaciones de los derechos humanos, pérdida de los medios de vida, alienación de los vínculos espirituales y culturales entre las personas y la tierra y, en algunos casos, violencia y destrucción de propiedades y cosechas”. Se trata de unas situaciones de desigualdad que afectan especialmente a las mujeres pobres, que tradicionalmente han tenido más difícil el acceso a la propiedad de las tierras. A su vez la pérdida de las tierras acaba con los medios de vida y las pocas opciones de mantener una seguridad alimentaria de las comunidades y los pequeños agricultores.

¿Boicot o consumo responsable?

Aunque pueda parecer un conflicto lejano y que afecta a personas de países a miles de kilómetros del nuestro, se trata de un problema que nos toca mucho más de cerca de lo que pensamos. “Es algo que tradicionalmente pasa desapercibido pero no es así. Quizá no consumamos tanta ropa, o productos industriales hechos en el tercer mundo asiduamente, pero absolutamente todos los días comemos y bebemos”, apunta San Pedro. “Nosotros no creemos en el boicot, ni queremos que Coca-cola o Pepsi dejen de fabricar sus productos. Lo que queremos incentivar en la gente es que se informen de cómo se fabrican los alimentos y bebidas que consumen y que les hagan saber a sus fabricantes lo que opinan”.
En concreto esta campaña se centra en las tres corporaciones que se reparten el negocio del azúcar a nivel Coca-Cola es el mayor comprador de azúcar del mundo y controla el 25% del mercado global de refrescos. Su catálogo incluye 500 marcas, entre ellas Coca-Cola, Fanta, Aquarius y zumos Del Valle. PepsiCo, en segundo lugar controla el 18% del mercado mundial de refrescos y su catálogo de 21 marcas incluye algunas como Pepsi, Tropicana, Doritos, Lipton y Walkers. Associated British Foods es el segundo productor mundial de azúcar. Además de ser propietaria de Azucarera (antigua Azucarera Española) es propietaria de populares marcas internacionales como Silver Spoon Sugar, Ovaltine, Kingsmill y Patak’s.
mundial: Coca-cola, Pepsi y Asociated British Foods. Según los datos que maneja Oxfam-Intermon,
“El consumidor de a pie tiene más poder del que imagina”, matiza la investigadora, “las grandes empresas son pura imagen de marca y el 74% de su éxito depende de su reputación. Si conseguimos hacerles ver que quienes disfrutamos de sus productos rechazamos sus métodos no tendrán más remedio que cambiarlos”.
La forma más sencilla de sumarse a esta iniciativa es firmar la petición que se va a trasladar a estas empresas con tres cuestiones fundamentales: que se responsabilicen a conocer qué hay detrás de sus proveedores y exijan buenas prácticas a lo largo de toda su cadena de producción. En segundo lugar, que se comprometan con la transparencia y publiquen estos datos. Y por último, que en su condición de líderes de un sector productivo actúen de motor de cambio y exijan al resto de productores que adopten estas medidas.


* Autor Toni Esteve desde nuestros amigos de Nonada
Publicat per Àgora CT. Col·lectiu Cultural sense ànim de lucre per a promoure idees progressistes Pots deixar un comentari: Manifestant la teua opinió, sense censura, però cuida la forma en què tractes a les persones. Procura evitar el nom anònim perque no facilita el debat, ni la comunicació. Escriure el comentari vol dir aceptar les normes. Gràcies

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