El barrio del Cabanyal, y la polémica prolongación de la Avenida Blasco Ibáñez han hecho correr ríos de tinta mientras la zona continúa degradándose más y más cada día. Su estado actual parece demostrar que ‘no hacer nada’ es la mejor manera de conseguir que muera por sí mismo uno de los conjuntos urbanísticos más particulares de la ciudad.
Detalle del particular reloj de sol del conjunto d | e la | Marina Auxiliante. Foto: Angus Iglesias. |
A estas alturas decir algo nuevo sobre la situación que atraviesa este barrio parece complicado. La postura del Ayuntamiento de Valencia ha sido clara e inamovible desde el principio, y no contempla otra solución que la de seguir adelante con su Plan Especial de Protección y Reforma Interior (PEPRI). Este plan cuenta con dos objetivos, la regeneración y revitalización de los barrios marítimos y, como se puede leer textualmente en el proyecto, “la reivindicación histórica de conectar Blasco Ibáñez con el mar”.
Del derribo al expolio
Para poder llevar a cabo esta actuación el ayuntamiento debía realizar un desventramiento, que implicaba la demolición de una parte de los edificios del barrio que en 1993 fueron declarados Bien de Interés Cultural (BIC). Sin embargo la existencia de esta figura de protección no ha evitado que en otras zonas comenzaran las expropiaciones y demoliciones, todas ellas no exentas de polémica.
Alzado de la antigua lonja de la Marina Auxiliante. Foto: Equipo Patrimonio en riesgo. |
En 2009 el Ministerio de Cultura decidió tomar cartas en el asunto y emitió una orden en la que instaba al ayuntamiento a suspender el PEPRI. La decisión fue recurrida por el consistorio y las excavadoras seguían siendo habituales en la zona. La situación tomó un nuevo giro el pasado verano cuando la Audiencia Nacional refrendó la decisión del Ministerio al considerar que, de seguir adelante esta intervención, se estaría provocando “un expolio del patrimonio histórico español”.
Mientras unos y otros discuten, las casas vacías se deterioran y poco a poco enferman de manera terminal
Aunque la sentencia ha supuesto una tregua para los vecinos en su lucha contra la demolición, la situación dista mucho de haber llegado a un punto de encuentro; más bien parece estar en una vía muerta. La suspensión temporal del plan ha provocado que en estos momentos convivan en el barrio solares fruto de los primeros derribos, casas y edificios vacíos ya adquiridos por el ayuntamiento, y otros muchos inmuebles habitados por vecinos que asisten resignadamente a la degradación paulatina de un barrio que ha sido usado hasta la saciedad como herramienta electoral. Mientras unos y otros discuten, las casas vacías se deterioran y poco a poco enferman de manera terminal.
Una propuesta constructiva
Con el objetivo de intentar revertir esa situación de abandono y deterioro progresivo nació el proyecto ‘El Cabanyal. Patrimonio en riesgo’. Se trata de una propuesta alternativa de actuación, que permitiría revitalizar algunos de los edificios más emblemáticos de este barrio de pescadores, convirtiéndolos en espacios públicos.
El estudio, financiado por el Ministerio de Cultura, se ha centrado en la zona donde se ubicaba el antiguo complejo de la Marina Auxiliante. Allí encontramos tres edificaciones singulares que cuentan con un altísimo potencial para ser transformados en recintos culturales: la antigua Lonja, la Casa dels Bous y la ‘Fábrica del hielo’.
Nuria Matarredona, es arquitecta experta en patrimonio y ha participado en este proyecto dirigido por Gaspar Muñoz y auspiciado por el Instituto de Restauración del Patrimonio de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV). Como aclara, la elección de este conjunto se justifica “tanto por la calidad arquitectónica de los espacios como por su valor como testigos de la historia marinera de este barrio”.
“Paseando por sus calles se comprende que existe un futuro lleno de posibilidades para la revitalización del Cabanyal”
Puesto que no se trata únicamente de un problema urbanístico sino social, el primer paso de este estudio consistió en recorrer palmo a palmo la zona recabando información a través de sus habitantes. “La colaboración vecinal ha sido fundamental a la hora de realizar el trabajo. A ellos hemos de agradecerles su tiempo y su testimonio que nos ha permitido comprender mejor el pasado de este barrio y, en particular, el papel de la cofradía pesquera de la Marina Auxiliante”, recalca la arquitecta.
De esta manera cada uno de los edificios, solares o hitos arquitectónicos que pudieran ofrecer posibilidades fueron catalogados y estudiados. Se trataba de extraer toda la información posible de cada uno de los elementos que conforman el barrio buscando la oportunidad de darles una nueva vida.
La trama en retícula de sus calles nos habla del pasado marítimo de la zona. Primero fueron barracas de pescadores alineadas frente a la costa y espaciadas entre sí para favorecer la ventilación y el trabajo de los marineros. El barro y los tejados de caña dieron paso a materiales sólidos y duraderos como el ladrillo y la cerámica, configurando una tipología arquitectónica tan rica como variada.
El progresivo cese de la actividad pesquera en el barrio originó que poco a poco estos edificios fueran perdiendo el uso y con ello el deterioro de muchos de ellos. “Sin embargo, paseando por sus calles se comprende que existe un futuro lleno de posibilidades para su revitalización”.
Puesto que se trata de edificaciones ubicadas en el hipotético trazado de la prolongación de Blasco Ibáñez, corren un serio peligro de desaparecer en caso de que finalmente se ejecutara el PEPRI, y eso, como sugiere la arquitecta, “les hace merecedoras de una especial atención”.
Recuperar el patrimonio recupera el Barrio
Los resultados de este estudio, han dado lugar a una exposición que puede visitarse hasta el 17 de mayo en la sala de exposiciones de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la UPV. En ella podemos ver de manera pormenorizada la propuesta de constituir en la zona un Centro Internacional de la Dieta Mediterránea.
La antigua Fábrica del hielo albergaría un museo, y la lonja sería rehabilitada para poder combinar su actual uso residencial con el de sala de exposiciones utilizando el patio interior techado a modo de ‘calle expositiva’. Respecto a la Casa dels bous y las antiguas tenerías de redes, se transformarían en centro de interpretación y escuela de hostelería.
El objetivo de estas actuaciones no redundaría únicamente en la rehabilitación de unos edificios con alto valor histórico, sino en la mejora de toda la zona. “Su reutilización alojando un programa socio-cultural, como puede ser un museo, o un centro de formación, permiten conservar este patrimonio y conferirle un nuevo protagonismo que reforzaría la identidad del barrio”, explica Matarredona. “La generación de un polo cultural dinamiza el contexto en que se ubica y potencia la regeneración socio-económica”.
“Si se ha podido sacar algo positivo de toda esta lucha en el barrio del Cabanyal, es conseguir que se hable del tema”
El proyecto, que incluye también un desglose económico, calcula que el coste total rondaría los 5’6 millones de euros. Una cantidad más bien asequible si tenemos en cuenta que sólo el pasado año se gastó más de un millón de euros del erario público únicamente en la compra de 18 de las 1.603 viviendas que deberían ser demolidas en caso de ejecutarse la prolongación de Blasco Ibáñez.
“La propuesta está sobre la mesa y ya no depende de nosotros el que se lleve a cabo o no”, lamenta la arquitecta. “Personalmente, creo que sí es posible revertir el proceso de degradación de todo el barrio desde la puesta en valor de su patrimonio urbano y arquitectónico. En mi opinión, si se ha podido sacar algo positivo de toda esta lucha en el barrio del Cabanyal, es conseguir que se hable del tema, porque el olvido es la gran amenaza del patrimonio”.
Autor Toni Esteve desde nuestros amigos de Nonada.es
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