La hora del Planeta el sábado 23 de marzo de nuevo apaga la luz a las 20: 30

Una de esas convocatorias positivas, pero con efectos muchas veces simulados, porque suele usarse por las instituciones para hacer un guiño ecologista a sus ciudadanos, pero sólo por un día, al siguiente todos los organismos siguen a lo suyo, sin que sus políticas se contaminen con esa reflexión realizada por una sola hora.

Un año más y con este son ya seis, desde 2007, la fundación WWF sigue manteniendo esta convocatoria en todo el mundo.

El objetivo de la convocatoria es concienciar a la sociedad sobre la necesidad de reducir la contaminación provocada por la humanidad que acelera el cambio climático.

En nuestra comarca, va a ser difícil que se note mucho porque los recortes ya están haciendo por si solos, los apagones. Una visita a la CV35 de noche, en las horas en que se pide el apagón puede llamarnos a engaño, seguro que creemos que se ha unido a la hora del Planeta, pero la realidad es que llevamos más de un año con estos apagones desde que aparece la noche y, no sólo una hora, sino toda la noche. Muchas calles de nuestros pueblos y zonas de urbanizaciones nos muestran que los apagones van en serio y no para evitar la contaminación del Planeta, sino para ahorrar gastos. Ha podido más la crisis que la conciencia medioambiental. Pero el sábado 23 a las 20:30 horas vale la pena el esfuerzo.

No obstante la facilidad con la que los gestores públicos se apuntan a quedar bien y hacer lo necesario con la venta de la imagen medioambiental. La hora del Planeta es un avance para toda la sociedad, al menos por un día permite a los gobernantes tener que tomar una decisión relacionada con el medioambiente y su contaminación, la oposición también atenta al uso de estos eventos como legítimo mecanismo de crítica se encarga de que los gobiernos tomen la decisión; al menos lo intentan.

Pero el efecto más positivo de la hora del Planeta será la reacción de cada una de nuestras casas. Si se extiende socialmente la hora del Planeta, estamos como dice la fundación WWF y los grupos ecologistas, más cerca de las decisiones políticas necesarias para evitar la contaminación.